La revolución mexicana, a principios del siglo XX, sin haberlo querido del todo, rompió el viejo sistema agrario, sin que con ello se hubiesen resuelto los graves problemas sociales del país. La explotación y el privilegio no obstante los repartos agrarios y la nueva constitución, persistió en el campo, aún cuando bajo formas nuevas en el ejido. La oligarquía latifundista a allí donde desapareció, fue remplazada por el interregno de campesinos jóvenes ambiciosos, enérgicos y ávidos, los mismo que dirigían los ejidos y se servían a si mismos, sirviendo al gobierno. El viejo individualismo campesino se despertó entonces en el corazón de estos jefes que pasaron a ser los nuevos gallitos locales e hicieron el juego del gobierno, el cuál dividía para reinar, quebrando las viejas solidaridades, suscitando una minoría privilegiada, en el seno de estos privilegiados que eran los ejidatarios, y haciendo inevitable la corrupción de cierto número de líderes, que una vez salvados traicionaban a sus hermanos.”
Los defectos del antiguo régimen reaparecieron sin estar ya justificados o atenuados por la tradición, la costumbre o la moral, sin el prestigio de una riqueza, de una cultura, de una historia secular que enmascaraba, con paternalismo su violencia fundamental. Entre esta violencia sin recato y los sueños utópicos de los campesinos, ¡que contraste! Las defensas agraristas no tardaron en adquirir los malos hábitos de los antiguos rurales, y sus exacciones hicieron que pronto fueran detestados.
El movimiento agrarista, de todos aquellos desnudos que reclamaban un pedazo de tierra para subsistir, comenzó cuando aún era muy temprana la revolución, así que para el año de 1920 en la ciudad de Colotlán ya existía un partido agrarista fuerte y muy bien organizado. Para noviembre de ese mismo año los agraristas ya le disputaban el control político del municipio al partido conservador que se había constituido durante los años de privilegio del porfirismo. El Partido Conservador o de los fanáticos, como se le conoció después, estaba encabezado por las personas más respetables y ricas de la ciudad. El jefe del partido conservador, era Paco Huízar, comerciante reconocido y líder moral de todos los propietarios de tierras, que asustados buscaban defender a como diera lugar sus patrimonios.
El 3 de noviembre de 1920, con motivo de la ausencia de autoridades que gobernaran el pueblo se realizó un plebiscito en la plaza principal, donde agraristas y reaccionarios se apedrearon, habiendo intervenido la fuerza federal para tranquilizarlos. Como no llegaron a ningún acuerdo político en el acto que se menciona, Felipe Torres Preciado, presidente comisionado, propuso una terna que gobernase, la cual no fue del agrado de todos, lo que originó que las discusiones se reanudasen, hasta que Torres Preciado nombró un Consejo Municipal, encabezado por el Sr. Tereso Aldana, mismo que tomó posesión y concluyo el año.” Este hecho marca el inició de un largo periodo de conflicto social interno que tendrá como objetivo principal una nueva distribución social de la tierra.
Los agraristas colotlenses, cuyo líder principal era don Martín Plascencia, el precursor del agrarismo en la región, pronto de dieron cuenta que para fortalecer su posición política y garantizar un reparto de tierras favorables a sus intereses e ideología revolucionaria, era necesario solicitar el apoyo del gobierno con armas y las resoluciones favorables. En 1924, el Sr. Plascencia apoyado por los señores Primitivo Huízar Robles, Rogaciano Márquez, José María Navarro y otros, urgían a las Autoridades agrarias la dotación profesional a varios ejidos.
Pero no es sino hasta el año de 1926, con el conflicto cristero encima, que el gobierno les dio armas al grito de “Tierra y Libertad”. De esta forma, el gobierno utilizó a los campesinos para enfrentar a los rebeldes cristeros, muchos agraristas tuvieron que prestar servicio militar permanentemente. Al principio solo debían permanecer en el lugar del acantonamiento, organizados en grupos de autodefensa que permitían la división en zonas y la vigilancia; pero después se les utilizó también para constituir la vanguardia de las tropas federales y en ocasiones para formar verdaderos ejércitos que salían en operaciones muy lejos de sus bases.
Es bajo las condiciones de la guerra cristera que en el año de 1927 se destacó un joven campesino proveniente de la comunidad del Carrizal, cuyo nombre es Agustín Rivera, y que merced a su valor e inteligencia rápidamente se convierte en el líder indiscutible de los agraristas. En septiembre y octubre de ese mismo año, las comunidades del Carrizal (Colotlán), Sotoles y Huacasco (Santa María) reciben dotación de tierra provisional. Con estos repartos el gobierno federal asegura la leal participación de sus aliados campesinos en el sometimiento de los cristeros. Sin embargo esta situación incrementó el odio entre los agraristas y los conservadores, muchos de los cuales apoyaban abiertamente a los cristeros. Esta decisión tomada precipitadamente por el gobierno federal tiene como fin mantener la lealtad de los agraristas, de la que no estaba totalmente seguro. Es curioso que en agosto y septiembre de 1926, en tanto que el gobierno organizaba febrilmente las milicias agraristas en Zacatecas, ese mismo gobierno desarmaba a los agraristas de Veracruz, de Michoacán, de Guanajuato y de Jalisco por temor a que la insurrección cristera reclutara entre ellos. Lo extraño es que los cristeros compartían esa misma creencia y esperaban firmemente resolver el problema de las municiones y del armamento con la incorporación inmediata de los agraristas, “tan católicos como nosotros”. No fue así, y en diciembre, en todo el país, los agraristas eran ya los auxiliares del ejército.
El domingo 8 de mayo de 1927, los rebeldes al mando de Felipe Sánchez, Quintanar y otros pusieron sitio a Colotlán. que estaba resguardo por de las tropas federales comandadas por el Teniente Coronel Medina quien contaban con el apoyo de los agraristas. La acción comenzó a temprana hora, y se prolongó hasta mediodía en que los sitiadores se retiraron dejando algunos muertos, en vista de haber sido atacados por la retaguardia por los agraristas de Huacasco, leales también al gobierno.
La importancia que el grupo agrarista había ganado en Colotlán se vio comprobado en el año de 1928, cuando el gobierno estatal confeccionó una planilla de munícipes encabezada por Jorge E. Preciado para gobernar; en Colotlán el grupo agrarista encabezado por Agustín Rivera y Leovigildo Corona organizaron su propia planilla, así que cuando Preciado llegó a tomar posesión, los agraristas ya se habían adelantado, impidiéndole la entrada. Agustín Rivera tomó posesión como presidente, y el Sr. José María Navarro como vicepresidente. A partir de este hecho, Rivera se perfiló como el líder indiscutido del agrarismo en la región, su personalidad y valentía mucho le ayudaron para encumbrarse, aunque su falta de cultura más tarde dividió a los agraristas y liberales en dos bandos distintos.
Como presidente Agustín Rivera fue un líder con grandes dotes organizativas, no obstante su falta de instrucción y su carácter reacio. En el mes de mayo de 1928, realizó grandes festividades con motivo de la batalla de Puebla. Reconstruyó el palacio municipal, cotizando forzosamente a los comerciantes y demás personas solventes de la ciudad. Durante su encargo existió un marcado interés por el mejoramiento de la administración municipal y el impulso a la educación. Para todas estas mejoras influyo mucho el Prof. Francisco Javier Huízar Martínez, quien se convirtió en uno de los mejores consejeros y amigos del presidente. En este periodo se exigió el uso del pantalón a todos los individuos, pues era bastante común el uso del calzón; los policías recorrían la ciudad en busca de niños vagos para llevarlos a la escuela.
Sin embargo, algunos de los problemas comenzaron cuando, el partido agrarista, a cuya cabeza se encontraba Agustín Rivera cometió el error de permitir entre sus filas a individuos de dudosa conducta, bandoleros y asaltantes, a quienes defendió sin condiciones. Mucha de la gente se quejaba del constante robo de su ganado, y se achacaba el abigeato a los amigos de Rivera. En tal caso de cosas, los liberales que tuvieron la inteligencia de distinguir perfectamente el lado malo de cada uno de los bandos, decidieron apartarse de la política, aunque simpatizando con Rivera.
Muy pronto este grupo liberal encabezado por los señores: J. Jesús Rosales, Francisco R. Mayorga Adolfo y Jesús Moreno, Prof. J. Francisco Martínez, Carlos M. De León, Andrés Iturriaga, Segundo Ortega, J. Inés Huízar, comenzó a organizarse políticamente para disputar el control político a los agraristas. Buscaban establecer un contrapeso a los desmanes de Rivera y sus amigos, pero sin caer en la postura de los llamados fanáticos, quienes apoyaban de manera descarada el movimiento cristero, con granos, arma e incluso dinero. Sin embargo la fortaleza del partido agrarista todavía estaba bien cimentada con hombres como Paco Martínez, acostumbrados a enfrentarse con la muerte en los campos de batalla. Agustín Rivera, no buscó integrar a los disidentes, sintiéndose fuerte con sus aliados, que en muchas ocasiones aprovechaban su situación para cometer desmanes y tropelías. De esta forma Rivera, se cerró el mismo la posibilidad de continuar siendo un resorte vivo para el desarrollo económico y social del pueblo. Los liberales habían nutrido con ideas y apoyo moral y económico su administración.
Para el año de 1929 en que se celebraron nuevas elecciones, y en que a nivel nacional se había formado el partido aplanadora, el PNR, los agraristas triunfaron, encabezados por segunda ocasión por Agustín Rivera, como presidente y el Señor J. Jesús Rosales como vicepresidente. En tanto que muchos liberales se abocaron a conformar el comité del PNR en Colotlán, allí participaron los señores: José María Navarro, J. Jesús Rosales, Leovigildo Corona, Fernando Bustio G. Primitivo Huízar, Prof. Francisco Huízar M. Y otros.
Para el 19 de marzo de 1929, cuando estallo la rebelión Escobarista, el 75º regimiento abandonó la región acompañado de un buen número de agraristas y familias simpatizadoras del gobierno constituido. Los segundos se quedaron en Jerez y agregándose a los agraristas de aquella ciudad, alcanzando las fuerzas el número de 400, que dispuestos, esperaron con tranquilidad el ataque de los cristeros, pues nuestra región y buena parte del estado de Zacatecas, habían quedado dominados por los cristeros. Así, en los últimos días de marzo y primeros de abril, nuestra ciudad se vio llena de elementos del ejército liberador, al mando del famoso Gorostieta y demás jefes rebeldes que a su llegada realizaron un gran mitin en la plaza principal. Hubo discursos y descargas en señal de regocijo y atención al creer que su triunfo estaba asegurado. Se nombró presidente municipal al señor José Flores, comerciante de reconocida filiación rebelde. Pero este triunfo aparente de los coterráneos no se había de prolongar por muchos días.
A raíz de haber aplastado con demasiada prontitud la rebelión Escobarista, el gobierno comisionó al Gral. Montalvo con mil soldados y seiscientos agraristas de la región, el objeto de pacificar a la misma, llegando a mediados de abril. Tuvo su primer encuentro en el Tesoro, cerca de Jerez inmediatamente después de su llegada. En esa acción, más de doscientos federales dieron la espalda al enemigo, circunstancia que puso en peligro, no solamente al Estado Mayor del general Montalvo, sino a todas las fuerzas gobernistas. Es de notarse que se peleo a bayoneta calada y que la batalla terminó después de mediodía; se efectuó la más horrible confusión por haber robado los rebeldes la contraseña a los agraristas, que consistía en la manga izquierda arremangada. Los cristeros en número aproximado, de 2500 , hacían esfuerzos denonados por ganar las ventajas de una elevación en el terreno de la lucha, y fue así casi en las alturas de la misma donde los combatientes cayeron hasta el horror. El propio General Montalvo estuvo a punto de caer abatido, sino es por la oportuna intervención de los jefes agraristas, entre ellos el Sr. Primitivo Huízar, que protegiéndolo valientemente, lograron no solamente cambiar la contraseña de buen número de agraristas, sino instalar en las alturas tres ametralladoras, habiendo salvado la situación de desesperación de los artilleros que debidamente instalados, hicieron estragos en las filas enemigas. El campo quedo cubierto de cadáveres de ambos bandos, y ya entrada la noche llegó a Jerez y no obstante no haber sido derrotado, perdió muchas piezas de artillería y más de cien soldados, sin contar los desertores que por intervención de los propios jefes agraristas, conservaron la vida.
Los simpatizantes del Ejército Libertador tuvieron la mayor decepción de su vida al contemplar tristemente la ocupación de la ciudad por parte de las fuerzas gobernistas. A pesar de que todos los jefes sabían quienes en la ciudad auxiliaban moral y económicamente a los rebeldes, jamás mancharon sus manos con sangre inocente. Acaso su desquite lo encontrón en las vacas, que robaron para su alimento, y los distintos préstamos que impusieron a los ricos, particularmente a aquellos que según estaban informados ayudaban moralmente y a veces hasta con dinero a los rebeldes. Mucho debe Colotlán a que algunos de sus hijos hayan jefaturado las fuerzas agraristas, porque éstos pudieron influenciar ante los jefes militares para que no se fusilara a gente de la ciudad.”
Para aquellos días ya, Agustín Rivera había torcido su línea “quebrando” con el Sr. Primitivo Huízar, como meses más tarde había de hacerlo con el Prof. Francisco Javier Huízar Martínez. Por medio de intrigas había tratado de fusilar al Sr. Primitivo Huízar, por ser un anticristo peligroso. No lo logró por la intervención inmediata del Gral. Montalvo que operaba en Zacatecas y que, avisado oportunamente, descubrió la maniobra y evitó el crimen. Sin embargo su suerte ya estaba echada, así el 22 de abril en que se libró una batalla en Colotlán, el Sr. Primitivo Huízar fue asesinado por los mismos agraristas. El gobierno federal apoyado por los agraristas retomó el control de Colotlán.
El día 27 de junio se reanudo el culto y los servicios religiosos en todas las iglesias de la República, y los jefes rebeldes licenciaron sus tropas y se amnistiaron, Felipe Sánchez y otros lo hicieron en Tlaltenango ante el Gral. Quintero; otros lo hicieron en Zacatecas.
La fuerza que había ganado el partido agrarista con estos triunfos militares al lado del gobierno, se vio reflejado en las elecciones de 1929, en que triunfo de nueva cuenta el grupo agrarista, lidereado por Agustín Rivera, siendo electo como presidente el Sr. José Gómez, quien tomó posesión el día primero de enero de 1930.
Para salvaguardar la paz y la concordia de la región, en el año de 1931 se estableció en Colotlán el Gral. Quintero, con el regimiento a su cargo, quienes observaron una conducta ejemplar, por lo que fueron estimados por la población. El General Quintero disipo la modorra de Colotlán con la serie de diversiones que propicio; auxiliado por la tropa a su cargo: arreglo el campo deportivo a la salida de la calle independencia, el campo de aviación de Santiago Tlatelolco.
En 1931, los conservadores, aliados con los liberales le arrebataron el poder a los agraristas, encabezados por el C. J. Jesús Rosales, anunciando así una serie continua de triunfos. En las elecciones de 1932, los Riveristas fueron incapaces de reconquistar el poder, triunfando la planilla encabezada por el Sr. Adolfo Moreno Ávila, quien tomó posesión en enero de 1932. A fines de ese año comienza aparecer un periódico Riverista que ataca fuertemente a los líderes del partido y que enciende nuevamente los ánimos entre ambos grupos. A resultas de esto fue asesinado el Sr. Andrés Iturriaga, y se escapó milagrosamente el Sr. Pancho Mayorga, en una emboscada que les tendieron cuando regresaban ambos del Hepazote. Esto ocurrió a principios de 1933, cuando el Gral. Quintero había abandonado la ciudad por órdenes superiores. En ese mismo año resulto electo el Lic. Antonio Ramos Aréchiga, quien tomo posesión el primero de enero de 1933, de esta forma se sumo otra derrota consecutiva a los Riveristas.
En este último periodo se caldearon los ánimos de los dos grupos políticos. Rivera fue procesado y aprehendido en Zacatecas por el comandante de la policía de Colotlán, Sr. Rafael Flores. Sus propios partidarios jamás comprendieron como Rivera, siendo un individuo tan valiente, se había dejado “agarrar”. Se le condujo a esta población y se le interno en la cárcel pública, a donde con frecuencia iban a visitarlo sus partidarios. Se desconoce el motivo de su proceso, aunque la voz pública aseguró por aquellos días, que se le acusaba de robo de ganado. Periódicamente, como es rigor en estos casos, Rivera era sacado de su prisión con el objeto de que declarara ante el Juez, para lo cual era conducido por un policía. El día 20 de septiembre de 1933, el policía le dio muerte cuando subía la escalinata, disparándole a quemarropa su pistola.” Los agraristas dieron muerte al asesino, quien se había dado a la fuga, en una población de los E.U.”
Las elecciones de 1934, las pierden nuevamente los agraristas, siendo elegido, el C. Segundo Ortega. En este año los agraristas se preparan para asesinar a algunos de los miembros del partido contrario, entre ellos el presidente municipal y Paco Huízar. A las nueve de la noche del día 22 de marzo de 1934 fueron asesinados Paco Huízar y Segundo Ortega en el jardín de la plaza de armas, por una veintena de agraristas que habían llegado sigilosamente y se habían apostado estratégicamente para asesinarlos. Cuando la policía se organizó, los asesinos estaban ya muy lejos.
Con estos asesinatos la resistencia liberal se desvaneció, después de estos hechos nadie quería tomar posesión de la presidencia municipal, hasta que acepto don Demetrio Lozano, quien posteriormente la dejaría en manos del Sr. León Santoyo, miembro del bando agrarista, quien gobernó el resto del año de 1935 y el siguiente. A el le siguió una larga lista de presidentes agraristas entre ellos:
el C. Secundino Márquez, En el año de 1936, de filiación agrarista quien hizo un trabajo muy moderado.
En 1937, el Sr. Faustino Hernández Vázquez, que aunque no era agrarista, si era liberal por convicción y
en los años de 1938 a 1939 gobernó Colotlán David S. Leaños, también agrarista.
A partir del año de 1940, con la llegada del presidente Ávila Camacho se abandona la política seguida por los anteriores presidentes, principalmente Cárdenas, y se favoreció la expansión de la agricultura capitalista, y la defensa de la pequeña propiedad privada. Con estos cambios de política agraria que fueron continuados por los subsecuentes presidentes, se limitaron también los conflictos al interior de la sociedad colotlense, limitando los enfrentamientos entre los agraristas, los liberales y los fanáticos o conservadores.