El colotlense se caracteriza por su aire festivo, su humor zafio pero directo y sincero. Las chanzas agudas y los dobles sentidos, son el medio más eficaz para conseguir el regocijo popular. El colotlense gusta de llamar la atención sobre si, de hablar fuerte y burlarse sin miramientos del amigo y el enemigo. De pavonearse frente al sexo opuesto, de coquetear y exhibir su gallardía con una sonrisa de cinismo y suficiencia. En su fuero interno se asume como un vaqueton de marca, un alguien capaz de grandes hazañas de conquista sentimental; de actos decisivos de coraje y determinación; de memorables borracheras y sobre todo de desdén por los actos y emociones humanas, a las que califica de femeninas. El colotlense no vive sin el amor de una mujer, pero tampoco se somete a sus emociones, a las que califica de debilidades y por ello, se empeña en manipular, hacer sufrir y someter a su amada, como signo inequívoco de que no se lo traen, de que no se doblega, de que hace lo que se le pega en gana. Detrás de cada colotlense hay un nutrido grupo de amigos, con los que comparte sus emociones a medias, y con los que festeja sus triunfos y fracasos, grandes o pequeños. Con ellos pasa todas esas horas libres, muertas, y las de ausencia de sus hogares. Inequívocamente con una cerveza o vaso de vino en la mano, mientras vocifera las mayor cantidad posible de necedades.
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1 comentario:
puras mentiras, lo mismo se puede decir de los habitantes de otrospueblos
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