Mateo de los Angeles Uriel Saldaña Dosal
Mateo Saldaña, como regularmente se le conoce nació en la ciudad de Totatiche, Jalisco, hacia el tercer cuarto de siglo XIX, hijo de don Miguel Saldaña, un prospero comerciante colotlense. En el seno de la sociedad colotlense paso su infancia el pequeño Mateo y descubrió sus dotes y aspiraciones artísticas, aventurándose a la ciudad de México a sus 17 años para continuar con su formación pictórica. Hacia 1892 ingreso a la academia de Artes de San Carlos, en donde se distinguió como un alumno excepcional, recibiendo muchos premios e incentivos por la excelencia de su trabajo, varios de ellos de las propias manos del Presidente de la República, General Porfirio Díaz.
Mateo Saldaña fue el alumno predilecto del Maestro de la luz, José María Velazco, uno de los grandes e ilustres paisajistas de México, quien dio a conocer al mundo, algunos de los más bellos paisajes y escenas mexicanas. La gran capacidad expresiva y plástica de la pintura del alumno, Mateo Saldaña, le abrió la posibilidad de primero auxiliar a su maestro con su clase de dibujo de paisaje, y posteriormente quedarse con la titularidad de la misma, en la Academia de San Carlos, que para entonces había cambiado su nombre a Bellas Artes.
Mateo de Saldaña fue el insigne maestro de decenas de generaciones de jóvenes artistas que pasaron por su aula de clases, y quienes abrevaron discretamente de su talento y arte.
Las obras de Mateo Saldaña se encuentran a la altura de las de los mejores paisajistas mexicanas, incluyendo las de su maestro José María Velazco, sin embargo continua siendo una incógnita, el porque no haya recibido en vida los honores y atención que su obra merecía, es hasta después de su muerte que su trabajo comienza a ser reconocido y el precio de sus obras alcanza sumas estratosféricas. Se presume que su obra pudo alcanzar un número superior a los 350 cuadros , sin embargo actualmente se conocen aproximadamente 250 de ellos, las cuales se encuentran en colecciones privadas mexicanas y extranjeras. La primer exposición venta de sus cuadros, ocurrió trece años después de su muerte en el Hotel María Isabel de la ciudad de México, en donde 17 de sus cuadros fueron presentados y rápidamente vendidos.
Los temas predilectos en la obra de Mateo Saldaña, son ranchos, haciendas, serranías, caídas de agua, lomeríos, vistas de pueblos en panorámica, llanos arbolados, plazas, y templos de diferentes regiones de México, y en ellos puede apreciarse un excelente manejo de la luz, un realismo asombroso con el que plasma la naturaleza con toda fidelidad, con un toque excelso de armonía de todas sus composiciónes. Pero para nosotros los colotlenses quizás los cuadros más interesantes y representativos, son aquellos, que se han dado en llamar “colotlanes” y “totatiches”, en los que Mateo Saldaña ha retratado o recreado, nuestros paisajes y nuestros pueblos, y que fueron ideados o compuestos en el placentero momento, que todo viajero o expatriado siente al visitar o evocar la tierra benigna que le vio nacer y crecer. Todos los que hemos tenido que alejarnos de nuestro terruño, sabemos de la añoranza, de soportar el día en cualquier parte del mundo, pero las noches, todas ellas las pasamos inevitablemente en nuestro Colotlán. Quizá no físicamente, pero si en nuestra memoria, imaginación y nuestros sueños. Difícilmente, pudo haberse escapado Mateo Saldaña a la añoranza de su Colotlán y su Totatiche.
Se desconoce casi todo sobre su vida, su familia, su esposa, sus hijos, su discreta vida artística y el momento en que rompió el cordón umbilical con su terruño y el destino decidió que no regresaría jamas a su tierra. Su paso por la vida fue discreto, al igual que lo ha sido su espléndida obra, no obstante la gran maestría que Mateo plasmo en cada uno de ellos. Estoy seguro que Mateo Saldaña, quedo marcado para siempre con el ser y el sentir del colotlense autentico, como lo demuestra su humildad, aún a sabiendas de la grandeza de su arte y genio se abstuvo de buscar los aplausos y la gloria. Pudiendo haber estado codo con codo con los grandes pintores de su época, prefirió la tranquilidad del aula y el sereno goce y disfrute de su creatividad, en el feliz solaz de su estudio ubicado en la azotea del antiguo Museo de Antropología, en la calle de la Moneda.
Las obras más renombradas del maestro Mateo Saldaña son “La Vuelta del trabajo” que realizará a sus veintitres años para presentarlo en su graduación y el “Antecoro del convento de Churubusco” En Colotlán no estamos aún seguros de tener una sola de sus obras, se presume que un cielo raso con querubines, en poder de casa de la cultura de Colotlán, pudiera ser suyo, sin embargo la última palabra aún no la sabemos, entretanto muy bien podemos dedicarnos a esculcar los sótanos y arcones de nuestros abuelos, en la búsqueda de una obra olvidada y desconocida del gran artista colotlense, Mateo de Saldaña.
Mateo Saldaña recibió y enfrento sereno a la muerte, un 30 de marzo de 1951, en su casa ubicada en la calle Carlo Dolci de la ciudad de México y fue enterrado en el panteón Jardín, sitio desde donde espera con paciencia que sus coterráneos le hagan justicia, y le lleven a reposar hasta el día del juicio final, cerca de los hermosos paisajes que pueblan sus sueños y su obra. “Los Colotlanes” y “Los Totatiches”
Mateo Saldaña, como regularmente se le conoce nació en la ciudad de Totatiche, Jalisco, hacia el tercer cuarto de siglo XIX, hijo de don Miguel Saldaña, un prospero comerciante colotlense. En el seno de la sociedad colotlense paso su infancia el pequeño Mateo y descubrió sus dotes y aspiraciones artísticas, aventurándose a la ciudad de México a sus 17 años para continuar con su formación pictórica. Hacia 1892 ingreso a la academia de Artes de San Carlos, en donde se distinguió como un alumno excepcional, recibiendo muchos premios e incentivos por la excelencia de su trabajo, varios de ellos de las propias manos del Presidente de la República, General Porfirio Díaz.
Mateo Saldaña fue el alumno predilecto del Maestro de la luz, José María Velazco, uno de los grandes e ilustres paisajistas de México, quien dio a conocer al mundo, algunos de los más bellos paisajes y escenas mexicanas. La gran capacidad expresiva y plástica de la pintura del alumno, Mateo Saldaña, le abrió la posibilidad de primero auxiliar a su maestro con su clase de dibujo de paisaje, y posteriormente quedarse con la titularidad de la misma, en la Academia de San Carlos, que para entonces había cambiado su nombre a Bellas Artes.
Mateo de Saldaña fue el insigne maestro de decenas de generaciones de jóvenes artistas que pasaron por su aula de clases, y quienes abrevaron discretamente de su talento y arte.
Las obras de Mateo Saldaña se encuentran a la altura de las de los mejores paisajistas mexicanas, incluyendo las de su maestro José María Velazco, sin embargo continua siendo una incógnita, el porque no haya recibido en vida los honores y atención que su obra merecía, es hasta después de su muerte que su trabajo comienza a ser reconocido y el precio de sus obras alcanza sumas estratosféricas. Se presume que su obra pudo alcanzar un número superior a los 350 cuadros , sin embargo actualmente se conocen aproximadamente 250 de ellos, las cuales se encuentran en colecciones privadas mexicanas y extranjeras. La primer exposición venta de sus cuadros, ocurrió trece años después de su muerte en el Hotel María Isabel de la ciudad de México, en donde 17 de sus cuadros fueron presentados y rápidamente vendidos.
Los temas predilectos en la obra de Mateo Saldaña, son ranchos, haciendas, serranías, caídas de agua, lomeríos, vistas de pueblos en panorámica, llanos arbolados, plazas, y templos de diferentes regiones de México, y en ellos puede apreciarse un excelente manejo de la luz, un realismo asombroso con el que plasma la naturaleza con toda fidelidad, con un toque excelso de armonía de todas sus composiciónes. Pero para nosotros los colotlenses quizás los cuadros más interesantes y representativos, son aquellos, que se han dado en llamar “colotlanes” y “totatiches”, en los que Mateo Saldaña ha retratado o recreado, nuestros paisajes y nuestros pueblos, y que fueron ideados o compuestos en el placentero momento, que todo viajero o expatriado siente al visitar o evocar la tierra benigna que le vio nacer y crecer. Todos los que hemos tenido que alejarnos de nuestro terruño, sabemos de la añoranza, de soportar el día en cualquier parte del mundo, pero las noches, todas ellas las pasamos inevitablemente en nuestro Colotlán. Quizá no físicamente, pero si en nuestra memoria, imaginación y nuestros sueños. Difícilmente, pudo haberse escapado Mateo Saldaña a la añoranza de su Colotlán y su Totatiche.
Se desconoce casi todo sobre su vida, su familia, su esposa, sus hijos, su discreta vida artística y el momento en que rompió el cordón umbilical con su terruño y el destino decidió que no regresaría jamas a su tierra. Su paso por la vida fue discreto, al igual que lo ha sido su espléndida obra, no obstante la gran maestría que Mateo plasmo en cada uno de ellos. Estoy seguro que Mateo Saldaña, quedo marcado para siempre con el ser y el sentir del colotlense autentico, como lo demuestra su humildad, aún a sabiendas de la grandeza de su arte y genio se abstuvo de buscar los aplausos y la gloria. Pudiendo haber estado codo con codo con los grandes pintores de su época, prefirió la tranquilidad del aula y el sereno goce y disfrute de su creatividad, en el feliz solaz de su estudio ubicado en la azotea del antiguo Museo de Antropología, en la calle de la Moneda.
Las obras más renombradas del maestro Mateo Saldaña son “La Vuelta del trabajo” que realizará a sus veintitres años para presentarlo en su graduación y el “Antecoro del convento de Churubusco” En Colotlán no estamos aún seguros de tener una sola de sus obras, se presume que un cielo raso con querubines, en poder de casa de la cultura de Colotlán, pudiera ser suyo, sin embargo la última palabra aún no la sabemos, entretanto muy bien podemos dedicarnos a esculcar los sótanos y arcones de nuestros abuelos, en la búsqueda de una obra olvidada y desconocida del gran artista colotlense, Mateo de Saldaña.
Mateo Saldaña recibió y enfrento sereno a la muerte, un 30 de marzo de 1951, en su casa ubicada en la calle Carlo Dolci de la ciudad de México y fue enterrado en el panteón Jardín, sitio desde donde espera con paciencia que sus coterráneos le hagan justicia, y le lleven a reposar hasta el día del juicio final, cerca de los hermosos paisajes que pueblan sus sueños y su obra. “Los Colotlanes” y “Los Totatiches”
3 comentarios:
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Hola. Me interesó sobremanera tu texto sobre Mateo Saldaña. Coincido contigo en que sabemos poco sobre su obra y su vida, pero no sólo por parte de los colotlecos, sino también en general. Estuve en México durante marzo pasado y en los últimos días vencí la curiosidad y comencé a hurgar sobre Mateo en la Academia de San Carlos y en la UNAM (a donde fueron a parar gran parte de los archivos de San Carlos). En tres días de trabajo encontré varios datos interesantes, y sólo espero un poco de tiempo y de dinero para volver a México para continuar con la búsqueda.
Saludos colotlecos.
Francisco Vázquez Mendoza
Suerte Francisco en la busqueda de informacion de Saldana. Saludos, esperamos con interes los resultados de su investigacion
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