El piteado o pitiado como se le conoce coloquialmente, es una técnica de bordado sobre cuero, de la cual se sabe con certeza, que se practica en Colotlán desde la segunda década del siglo XX y que le ha reportado al municipio grandes beneficios, económicos y culturales, sin embargo no existe ninguna investigación histórica seria que nos permita conocer con toda seguridad sus inicios, sus precursores y el derrotero que ha seguido dicha técnica a lo largo de su historia.
Se sabe que el piteado se ha desarrollado en forma paralela a la charrería mexicana, el mariachi y el fenómeno social musical llamado "la quebradita" dado que todos ellos han utilizado en la composición de su atuendo el trabajo del piteado, principalmente en forma de cintos y monturas.
Además es notorio que existe una estrecha relación entre los paisanos mexicanos que habitan en el otro lado, y la subsistencia de la artesanía del piteado, pues ellos se han constituido en uno de los mercados principales para este producto de lujo. Los paisanos con su nivel de vida superior al de los mexicanos que habitamos de este lado, pueden acceder fácilmente a los productos piteados de gran calidad, en tanto que para los mexicanos de por acá, resulta un verdadero lujo.
El presente trabajo es una breve recopilación de citas y hechos históricos relativos al trabajo del piteado que no despeja ninguna duda, sino por el contrario hace el señalamiento de la necesidad perentoria de realizar ese trabajo de investigación, sobre este precioso trabajo artesanal que se ve seriamente amenazado por una competencia desleal, ante la incapacidad organizativa de los artesanos colotlenses por defender y ofertar su producto.
Talabartería, la palabra como tal proviene de talabare, que significa pretina o cinturón, ordinariamente de cuero, que ciñe la cintura, y del que cuelgan los tirantes de que va prendida la espada.
Talabartería, en las artes y oficios se ocupa de hacer albardas, sillones, lomillas, tiros, zufras, cabezones, tirantes etc.
Los arreos o guarniciones que entrega el talabartero, se diferencian de los del guarnicionero, en que en este los cueros son más finos, la obra más delicada y mejor concluida.
La palabra "pitiado", proviene de la materia prima con la cual se realiza el bordado sobre la piel: la pita
A la llegada de los españoles a la región hacia 1529 encontraron que los indígenas nativos estaban menos desarrollados que aquellos otros del centro y sur del país, sin embargo utilizaban las pieles de los animales de la región para cubrir sus cuerpos y fabricarse calzado rudimentario, tal y como se menciona en la siguiente cita.
Phillipe W. Powell, en su libro La Guerra Chichimeca, señala lo siguiente:
“La desnudez fue la característica chichimeca más frecuentemente mencionada por los españoles; este aspecto de la vida del indio americano había causado la mayor admiración e interés desde los tiempos de Colón. Habitualmente, no llevaban ninguna prenda; cuando mucho, los hombres a veces llevaban un puñado de hojas sobre los genitales, y las mujeres se cubrían con pieles de la cintura a las rodillas por delante y por detrás. (…..) así como ocasionales huaraches con suela de cuero completan, virtualmente, la descripción del atuendo chichimeca.”
Los indígenas del centro del país, los tlaxcaltecos tenían una cultura más desarrollada, se vestían con telas de algodón, cultivaban sus alimentos, criaban sus animales y conocían más artes y oficios que los chichimecas, por ello el virreinato decidió utilizarlos en la conquista de los indómitos chichimecas junto con los frailes y sacerdotes, dado que el sometimiento por medio de las armas, había dejado desastrosos resultados.
Hacia 1591 el Virrey Luís de Velasco envió casi un centenar de familias tlaxcaltecas, a pacificar a los chichimecas de la región de Colotlán y a enseñarles a cultivar las tierras y algunos oficios. A estos colonizadores les fueron concedidos privilegios especiales, de los que no gozaban ningún otro indígena del centro del país e igualmente los utilizaron para atraer a los aborígenes a la causa española para ello les concedieron privilegios especiales en forma de títulos nobiliarios y comisiones militares; extensa concesión de licencias para uso de equipo militar español, especialmente caballos y espadas; protección militar española; regalos; exención de tributos y servicios.
Don Lucas Tellez quien fundo la primer colonia española en el barrio de Tochopa y marco así el asentamiento de los españoles en la región, se cree que fue quien adiestro a los indígenas en el uso del caballo y todo lo concerniente al mismo. Quizás aquí nació la primera necesidad de trabajar la piel para elaborar los aparejos de los caballos y algunos artículos de vestir.
Phillipe W. Powell, en su libro La Guerra Chichimeca, señala lo siguiente:
"Los soldados españoles en la frontera chichimeca pocas veces contaban con buen equipo y abastecimiento. La defensa del Caribe, de las Floridas y las Filipinas requirió mucho equipo, urgentemente necesario en el país chichimeca. Había una escasez crónica de arcabuces, cotas de malla y caballos. La mala paga de los soldados no era la única causa: el factor esencial era la falta de sistema para conseguir equipo en España y en la ciudad de México. Con excepción de caballos, cotas de cuero y escudos, casi todo había de procurarse por medio de la capital virreinal
La cita anterior nos dice que de alguna manera en la región se creo la capacidad de confeccionar artículos en piel, lo que les garantizaba su aprovisonamiento a los soldados españoles encargados de resguardar las fronteras y los cargamentos de plata.
Señala D. A. Brading en su libro Mineros y comerciantes en el México Borbónico (1763-1810)
En 1632, las dos terceras partes del mercurio que consumió la minería se distribuyeron en el norte, comprendiendo a Guanajuato y Zacatecas. Esta preponderancia de la zona norte en la riqueza minera fue el factor que en realidad hizo que se iniciara allí la colonización, ya que pronto cada grupo minero se vio rodeado por un grupo de haciendas que dependían de él. La mayoría de estas fueron organizadas por empresarios mineros que necesitaban grano para sus jornaleros y para sus mulas, así como madera, cuero y otras materias primas para las minas. La prosperidad de las haciendas del norte siguió de cerca los pasos del progreso de la minería.
No debemos de olvidar que Colotlán ubicado en la esfera de influencia de las minas de Zacatecas (descubiertas en 1546) y las minas de Bolaños (descubiertas en 1736) debió de servir a cubrir las necesidades de ellas, con la producción de granos, alimentos, pieles, velas, sebo, madera y otros artículos necesarios para la producción minera, e igualmente el pago por dichos artículos sería en plata, la que con toda seguridad se utilizó para la construcción de viviendas y la elaboración de objetos ornamentales destinados a llenar la vanidad de los colotlenses ricos, objetos tales como los descritos a continuación:
En el libro Fuente y arte del pitiado: Oaxaca y Jalisco, editado por Gobierno del Estado de Jalisco viene la siguiente cita:
"…para honrar a los santos patronos establecidos en cada una de las tres colonias del poblado, por ejemplo en la fiesta de San Luís (se realizaba en dos días), en la que el primer día se sacaba al santo fuera de la población, al siguiente día se ofrecía una comida además de morisma y procesión, en la cual los jóvenes se vestían a la usanza española, con calzones engalanados y chaqueta con banda terciada, y la hacían de moros, ya que llevaban caballos con sillas y estribos repujados de plata amarilla. En cambio en la fiesta de la Purísima del barrio de Tlaxcala era diferente ya que a la virgen se le ponía en medio de un armazón de madera, luego esta recorría lugares en donde a la gente le colgaba a la armazón diferentes artículos entre los que están: pieles, hechuras de plata, animales etc.; todo era para el fin de la fiesta."
Los autores de este libro señalan que el repujado en plata amarilla podría ser el antecedente más antiguo del gusto por adornar dichos artículos de piel.
María del Carmen Velázquez, señala en su libro Colotlán doble frontera contra los bárbaros, que los pueblos de las fronteras hacia 1783-1784, tienen muchas tierras y muy fértiles para el cultivo de semillas, que sus vecinos son principalmente labradores, también criadores de ganado y por último sirvientes en haciendas de campo, plata y minas.
Las primeras noticias sobre la producción de la pita las tenemos en la siguiente cita( Fuente y Artesanía del Pitiado):
"Se considera que 1880 no fue el año en el cual la utilización de fibras duras (Ixtle) se realizó a escala comercial, sino hasta 1905, cuando aumento la producción de fibras en forma apreciable, periodo en el cual la distribución ya era conocida a nivel nacional, e inclusive se dice que en 1898 se exportó por primera vez un furgón de ixtle de palma. (De la vega, 1984)
En 1889 en la exposición de París, se exhibió la fibra de "pita" en el pabellón mexicano, llamando poderosamente la atención por sus excelentes cualidades de finura, color, lustre y resistencia, sobrepasando a todas la demás fibras de la citada exposición (Viera, 1929)
Según datos de el Directorio de la República Mexicana en 1896, existían en Colotlán dos tenerías cuyos propietarios eran: José María Mayorga y Sostenes Loera. Sin embargo no existen indicios que nos aclaren si para esas fechas se utilizaba la pita en la confección de artículos de piel, tal y como lo sugiere la hipótesis de los autores del libro Fuente y arte del Pitiado. La fecha que con certitud citan estos autores para la utilización de la pita sobre piel, es el año de 1927.
En el Libro Historias de Colotlán de los señores; Renato Haro Ortega y Bernardo Carlos Casas, citan que de los 16, 174 mexicanos que pasaron a los Estados Unidos en 1910, 2,801 provenían de Jalisco, principalmente de la región de los Altos y Colotlán. Más adelante señalan que en 1927 existen en Colotlán tres talabarterías, propiedad de los señores: J. Refugio Ortega, Francisco del Real y Nicolás Orozco.
Es importante la cita anterior para señalar que los colotlenses desde principios del siglo XX comienzan a generar redes migratorias hacia el vecino país del norte.
En el año de 1937, Renato Ortega y Bernardo Carlos Casas señalan en su libro que existían 9 tenerías y dos talabarterías, una de ellas de Nicolás Orozco y la otra de J. Cruz Fernández, situación que nos habla de la importancia que tenia la producción ganadera en la región y el proceso de curtimiento de pieles.
Renato Haro Ortega en un artículo titulado "Colotlán en los últimos años" y publicado en la Revista de Estudios Jaliscienses señala que:
En los años 50 la talabartería estaba representada por Nacho Quezada, Toto Galvéz, Cruz Fernández y los hermanos Carrera.
Para ese año la talabartería comienza a tener mayor importancia y a ganar en el gusto de los rancheros, los charros y probablemente los conjuntos de mariachi.
Es indudable que hacia la década de los sesenta ya existe una producción sostenida de artículos piteados y que ya existe una red de vendedores de artículos pitiados y de talabartería en general (muchas veces los productores mismos) quienes transportan sus artículos hasta la ciudad de Guadalajara, México, Tijuana y ciudad Juárez. Dichos comerciantes utilizan las redes de migrantes para acceder a los mercados más lejanos, y probablemente para hacerlos llegar a distintos destinos de la Unión Americana ( Herminio Huizar Sánchez, talabartero)
A finales de los setentas la producción de los artículos pitiados de calidad de los grades artesanos tales como los hermanos Carrera y Nacho Quezada acerca a diferentes artistas y personalidades nacionales al municipio de Colotlán para encargar sus artículos de lujo, tales como fajos, monturas, chaparreras y otros.
" En 1980, el suceso del piteado revoluciona la moda del vestir, trayendo consigo importantes cambios locales en la economía; se comienza a reconocer al municipio de Colotlán, Jal., como origen y desarrollo del piteado. Fuente y Arte del Pitiado
Sin embargo el boom del pitiado puede ubicarse a partir de la segunda mitad de la década de los 80, cuando los fenómenos musicales relacionados con los grupos norteños y de banda quienes utilizan en su vestuario elementos charros y artículos pitiados, fundamentalmente los fajos piteados promocionan dichos artículos y los ponen en el gusto de una población amplia. Es importante señalar que todo este movimiento económico fue posible gracias a la Ley Simpson Rodino, que legalizo a un importante número de mexicanos que residían ilegalmente en los Estados Unidos, así como amplio su capacidad de compra y de movilización internacional. Es importante señalar que el fenómeno de la quebradita, cuyo atuendo le dio auge a la venta de los cinturones pitiados inició en los Estados Unidos y las ciudades fronterizas, tales como Tijuana, San Isidro, San Diego, Mexicali, Calexico y Ciudad Juárez, en donde la confluencia de mexicanos de todas partes de la república mexicana le dio el sello distintivo a este movimiento, propagándose posteriormente hacia la ciudades y pueblos del interior de México y los Estados Unidos.
Este boom de la quebradita disparo la demanda de los cinturones pitiados no solo en Colotlán, sino en todo el país, ante la demanda y los altos precios de los artículos colotlenses comenzaron a surgir copias a lo largo y ancho del territorio nacional, para responder a las demandas locales e incluso externas. La diferencia con esos productos era que no utilizaban los productos originales, en este caso la pita, sino que acudían a otros tipos de fibras locales, de menor calidad, y que el bordado de los trabajos era con mucho inferior al trabajo de los artesanos colotlenses, que tenían una escuela superior. Sin embargo el exceso en la demanda del producto y el desconocimiento de los compradores ocasiono que la calidad de los mismos productos colotlenses bajará drásticamente. Las necesidades del mercado eran cantidad más que calidad. Lo que facilito las cosa a los empresarios locales quienes buscaron mano de obra más barata en los municipios y estado cercanos, llegando incluso a acudir a estados como el de San Luis Potosí, en donde el precio de la mano de obra era más barato.
En la actualidad existen talabarteros que producen bordado en muchos estados del país, sin embargo la diferencia entre ellos y los colotlenses es que aquellos utilizan fibras más groseras, que la pita en sus trabajos, y los colotlenses continúan utilizando la pita proveniente de Oaxaca.
"En octubre de 1991, en una nota publicada en un periódico local de la ciudad de Colotlán, se da a conocer que el Sr. Armando Gaeta Loera, es el principal comerciante en artículos de talabartería, vendiendo un promedio de 600 cintos (suponemos que pitiados) al mes; así como también menciona tener mercado activo en las ciudades de Guadalajara, Ciudad Juárez, México, Culiacán, Michoacán y en el extranjero, principalmente en los Estados Unidos de Norteamérica, específicamente en los Angeles California y San Francisco a donde envía 200 fajos al mes. El señor Gaeta menciona haber enviado muestras en meses anteriores a Francia. Afirma también haber vendido una muestra al Instituto de la Artesanía Jalisciense, quien la enviaría a Tokio, Japón, donde actualmente se exhibe. Finalmente menciona contar con 300 trabajadores distribuidos en la región norte de Jalisco y sur de Zacatecas que realizan los trabajos de artesanía."
En 1997, la población de Colotlán reconoce que las personas que mayor conocimiento tienen sobre el "pitiado" son los señores Raymundo Raigoza, Ignacio Quezada de Luna, Hermanos Carrera (Rito, Lupe y Pedro), hijos de Cruz Fernández el "chico", Chepo del Real, Felipe Quiñones Soriano y Mario Montoya de la Rosa.
"Así también, algunos de ellos coinciden en mencionar que los más antiguos en el oficio fueron los señores: Cruz Fernández "grande", Nicolás Orozco y Amado Nuñez.
A mediados de la década de los noventa la artesanía comenzó a sufrir los estragos de una feroz competencia de artículos de imitación, cuyo bajo costo permitió que se vendieran ventajosamente en todo el país.
BIBLIOGRAFIA
María del Carmen Velázquez, Colotlán doble frontera contra los bárbaros. Universidad Nacional autónoma de México. 1961
Bernardo Carlos Casas y Renato Haro Ortega, Historia de Colotlán, 1991
Renato Haro Ortega, Colotlán en los últimos días, Estudios Jaliscienses # 8, Mayo de 1992. P.p 51-66.
R. San Juan, Et al. Fuente y arte del pitiado. Oaxaca y Jalisco. Gobierno del Estado de Jalisco, Secretaría de Promoción Económica.
D.A. Brading. Mineros y comerciantes en el México Borbónico. (1763-1810) Fondo de Cultura Económica, 1985.